Cuando la música deja de sonar en las radios y se vuelve parte de una vida secreta, es ahí donde nacen los verdaderos movimientos. Lima New Wave nunca jugó a ser un festival de calendario: su naturaleza es subterránea, casi clandestina, un encuentro marcado por el compromiso con una estética y una ética que no busca aplausos fáciles. Este 30 de abril, el evento regresa con una alineación que dice mucho sin necesidad de discursos: Euroshima desde Argentina, junto a figuras como Voz Propia, Cenizas y Carlos Compson, harán de Yield Rock algo más que una sala de conciertos.
Euroshima no llega a Lima a rendir cuentas ni a colgarse medallas. Llega porque todavía tiene cosas que decir. Porque ese sonido endurecido por la experiencia, cultivado entre sintetizadores opacos y guitarras sin afectación, resiste a los cambios de humor del mercado. Sus nuevas canciones —filosas, pero contenidas— no están hechas para complacer, sino para recordarte por qué alguna vez decidiste no encajar. Euroshima no viaja para llenar espacios vacíos: lo hace para reconectar con quienes todavía creen en el poder de una canción para abrir grietas internas.
El reencuentro no ocurre en soledad. Carlos Compson, figura central del circuito limeño, sigue afinando su estilo hasta volverlo casi clínico en su manejo del silencio. Voz Propia, sin necesidad de pancartas, sostiene una dignidad rara en estos tiempos: la de no haberse traicionado nunca. Cenizas aparece como testimonio viviente de la persistencia, y Rose Inferni trae algo que no se puede traducir fácilmente: una forma de recogimiento que se siente real. Como cierre, Dj Vamp Siniestro hará que esas sombras bailen, no para olvidarse, sino para recordarse mejor.
Lima New Wave no intenta competir con nadie. No se interesa en atraer multitudes ni en convencer escépticos. Funciona como una habitación con las luces apagadas: si sabes que existe, vas a buscarla. Si entras, es porque algo dentro tuyo ya pedía estar ahí. Su importancia no está en la cobertura que reciba, sino en la forma en que los asistentes caminan de vuelta a casa: en silencio, pero con algo encendido adentro.
Y en una ciudad tan ruidosa como esta, que un festival pueda activar ese tipo de silencio ya es bastante.